Maestro y Alumno

Mi primera mision con el maestro Eifen, estaba que no podia aguantar dentro de mi mismo, por lo que, encuanto me enteré de la mision, salí corriendo a toda velocidad en direccion al bosque, a buscar a mi sensei.

Cuando llegue allí, me lo encontré sentado tranquilamente leyendo un libro, un maestro muy estudioso, fue lo que me vino a la cabeza, ese hombre era como mi segundo padre.

-¡Maestro! ¡Ya estoi aquí! Grite nada mas aproximarme a él sin ninguna sutileza, cautela o discreción, por lo que, posiblemente me regañase por causar tanto alboroto, ya que lo mas seguro esque todos los animales en un gran radio a la redonde habrían salido huyendo de mi por mis gritos.

Cuando ya llegué hasta el, me plante justo delante suyo y mirandole con ojos de adoración, dije -¿Por donde empezamos?

Y sin esperar ni siquiera a que dijese algo, ya que no le di tiempo, pues había localizado uno en un arbol cercano, cogí un kunay y lo sigeté con la mano derecha, el sello explosivo estaba a gran altura, por lo que salté y clavé el kunay a unos quince centimetros por encima del sello y tras eso con bastante cuidado lo fui quitando, tras eso solté del arbol el kunay y caí estrepitosamente al suelo, guardé el kunai y me dirigí hacia mi sensei.

-Mira maestro, tengo uno.

-Maestro, ¿Porqué habrian puesto ahí una trampa?

Dige casi sin pensar, ya que, el bosque no era un campo de batalla ni habia ninjas peleando ni nada por el estilo, y algo como eso era excesivamente peligroso, porque, ¿Qué habria ocurrido si hubiese sido un grupo de infantil los que hubiesen pasado por allí y no Eifen-sensei y yo? Pero por suerte, fuimos nosotros y no hubo ningun herido, por lo que, seguimos adelante tranquilamete recogiendo aquellos papeles explosivos con los que tanto me gustaba jugar tras los muros del clan Hachiga, pero sin causar daño a nadie claro, solamente provando a ver como salian las explosiones mas grandes.

-¿Adonde vamos? y ¿cuanto falta?

Mi maestro capturó al chico que puso todos los explosivos y trampas, ya se había acabado, tras eso dejo que cayera del arbol, claro que yo estaba debajo para cogerlo, cuando lo hice casi acabamos los dos en el suelo, pero no, pude cogerlo en el aire sin desplomarme, toda una suerte para el chico, tras eso y al escuchar las ordenes de mi maestro le dige: -Ahora mismo maestro.

Vajé la cabeza en direccion al chico y le dige: -Anda vamos con tus papas.

Y empecé a andar en direccion a la aldea.

-¿Y donde vives?

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